jueves, 29 de enero de 2009

Joaquim Sempere, un hombre cabal

La entrevista que transcribo íntegra corresponde a la publicación del día que concluye en la edición diaria de El Periódico de Catalunya, en la que el sociólogo catalán se revela sincero y diáfano, con respuestas concretas y clarificadoras en la que trata asuntos tales como el sobreconsumo empobrecedor, las alternativas energéticas y su militancia política en el PSUC. Coincide con la reciente publicación de una obra que, pese a no haber tenido oportunidad de ojear, puedo aventurarme a afirmar que será de interés para los que seguís regularmente este blog: "Mejor con menos: necesidades, explosión consumista y crisis ecológica" (Editorial Crítica).

Nota: Pido sinceras disculpas por no actualizar con regularidad el blog en las últimas fechas, pero el trabajo diario que realizo de modo remunerado en pro de la sostenibilidad ha condicionado mi disposición hacia esta labor. Sin embargo, sé que esto no es óbice y procuraré renovar las entradas con la habitual regularidad.

Todos preocupados por la crisis y usted dice que la amenaza es el crecimiento. ¿Seguro?
Absolutamente. En 200 años el planeta ha pasado de 900 a 6.500 millones de habitantes y la producción se ha multiplicado por 60, lo que comporta un consumo desmesurado de materias primas y energía.

De petróleo.
El 80% de las energías que consumimos son fósiles y esto tiene un límite. La crisis vendrá por la energía o los alimentos, pero el petróleo se agota.

Bueno, en julio estaba a 150 dólares el barril y los expertos preveían 200 a final de año. Ahora está sobre los 50. Nadie sabe nada.
Ha habido especulación, pero hace dos años el petróleo estaba en 30 dólares. Hay cada vez menos petróleo y su extracción será más cara. En los próximos 20 años afrontaremos una economía sin petróleo.

Está la energía nuclear.
Tiene muchos riesgos, incluido el del terrorismo, y no ha resuelto el grave problema de los residuos. Y es un negocio ruinoso. Solo Estados Unidos podría afrontar la construcción de centrales.

Y...
Existe un consenso amplio en las energías limpias y renovables, como la eólica.

El mundo rural está contra los molinos de viento.
Seamos serios. Según las encuestas, el 60% de la población de la Terra Alta está a favor. Y tenemos la fotovoltaica, la solar-térmica...

Casi habla como Zapatero. Somos un país puntero en estas energías.
Las beneficiadas son las eléctricas. No me hago ilusiones. El futuro de la humanidad es difícil si no bajamos el consumo, y no solo el de energía.

¿Ser más pobres?
No seremos menos felices consumiendo menos. En Japón, el PIB se multiplicó por cinco en 30 años (entre 1958 y 1988) y el nivel de satisfacción del ciudadano no varió.

Parece un programa impopular.
Las medidas pueden ser impopulares y los gobiernos pueden no atreverse. Reducir la utilización del automóvil puede generar movimientos populistas. Somos demasiado adictos al consumo exagerado.

¿Qué habría que hacer?
Consumir menos energía e ir hacia las renovables. Y no ser individualistas en el consumo. Hace 15 años que compré un taladro y lo habré utilizado 10 veces. Sería más barato, para mí y para la biosfera, el taladro de alquiler. Y el coche de alquiler.

Los precios pueden forzar los cambios en el consumo.
Por supuesto. Y la acción de los estados será imprescindible.

¿Y quién lo hará: la derecha o la izquierda? Suponiendo que existan.
Claro que existen, pero la izquierda está desarmada. ¿Lo puede hacer la derecha? Quizá, pero sin equidad. Y la dialéctica Estado-sociedad es fundamental.

¿Qué quiere decir?
Si vamos hacia la escasez, será necesaria la austeridad y su asunción por la mayoría. Y la austeridad compartida será más aceptada. Ahí el socialismo tiene una posibilidad de recuperar la popularidad perdida.

Menos consumo puede implicar reducir las libertades logradas en los últimos 200 años.
Todo lo contrario. Para mantenerlas hay que abandonar la economía depredadora y pasar a otra sostenible. Ahora lo revolucionario es apretar el botón de alarma para frenar la locomotora.

¿Qué pintan actualmente los partidos ecologistas?
Han sido valientes y han abogado por medidas impopulares. Han sensibilizado a la sociedad. Pero el papel de la ciencia, señalando problemas como el cambio climático, ha sido decisivo.

Oiga, ¿usted qué vota?
A ICV, porque son los más abiertos a esta problemática, pero no me entusiasman. Han perdido la complicidad social que tenía el PSUC.

Usted fue del PSUC de Sacristán.
Ingresé en el 61, en la Facultad de Filosofía, y milité 20 años. Estuve en la ejecutiva y del 75 al 81 fui director de Nous Horitzons, la revista intelectual del partido.

¿Qué representó Sacristán?
Fue la gran referencia marxista y colaboré a fondo con él. Pero desde el 68, Sacristán se distanció. Dudó de la posibilidad de un cambio revolucionario y se centró en la batalla cultural.

El PSUC parecía un gran partido. ¿Por qué se hundió?
Quizá fue consecuencia del fracaso del comunismo soviético. Pero hubiera tenido más larga vida y otro final si no hubiese perdido la complicidad con el tejido asociativo. Sin ser un aparato político convencional.

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