martes, 18 de noviembre de 2008

El derecho a perder el tiempo

"Abajo el trabajo, viva la vida contemplativa" solía ser una de la reivindicaciones de Pedro "Aianai" Espinosa, el iconoclasta vocalista del conjunto vitoriano de reggae Potato. En el fondo, tras su reclamo subyacía la voluntad inequívoca de soberanía sobre nuestro tiempo.

Yo me pregunto lo siguiente: ¿cuánto necesitarías trabajar para satisfacer las verdaderas necesidades vitales (echad un vistazo a la entrada de la Pirámide de Maslow del mes de Mayo) si suprimimos progresivamente todo aquello que nos es superfluo, impuesto y artificial? ¿2 horas diarias como reclamaban Jacques Ellul o Adret en su obra "Trabailler deux heures par jour"? ¿30 o 35 horas semanales como claman los sindicatos?

Realmente, si nos detenemos a pensarlo en frío, nos dedicamos en cuerpo y alma a satisfacer con nuestro esfuerzo y consumo diario la voluntad de alguno de los elementos del sistema (empresarios, compañías transnacionales, bancos, petroleras...), cuando podríamos invertir dicho tiempo en actividades artesanales o creativas, en compartir momentos y conversaciones inolvidables y sugerentes con otras personas, en deambular sin rumbo fijo disfrutando del ocio inmaterial, en jugar sin perder jamás ese espíritu de ilusión del niño que llevamos dentro y que no debería callar jamás, en la activación social, ecológica y política en pro de una sociedad concienciada y en otros cientos de actividades que sobrevuelen tu mente en este momento.

El tiempo redescubierto como riqueza que no puede en modo alguno ser cuantificada en unidades monetarias. ¿Cuánto vale ese beso que nos acabamos de dar y que me ha hecho sentir el hombre más afortunado del mundo? ¿Cuánto el reencuentro con la persona amada que vive lejos y que esperas con ansia? ¿Cuánto el abrazo de un amigo en un momento de desconsuelo? ¿Cuánto un consejo que te salva de un apuro? ¿Cuánto este libro que me ha posicionado ante una perspectiva del mundo novedosa y atractiva?

Si avanzamos pequeños pasitos hacia un reparto equitativo del trabajo, en el que cada cual apenas tenga que dedicar una ínfima parte de su tiempo a ello y lo restante quede libre para desarrollarse como persona, para materializar sus deseos, para divertirse, para descansar, para conocer, para descubrir, para enamorarse, para amistarse...entonces habremos logrado liberarnos de un yugo opresor para disfrutar la vida en su sentido más amplio y gozoso. La vida total que proclamaban orgullosos los mods británicos.

Fundación Tony Manero - Do It Nada

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