martes, 8 de julio de 2008

El día en que me volví ecologista

Probablemente no fuera un día concreto, ni una hora señalada, ni siquiera un momento determinado. Un proceso de transformación y maduración personal opera de muy diversas maneras y en muy diversos frentes simultáneamente.

Hace algún tiempo, sostenía una visión prejuiciosa de los ecologistas como apasionados de la naturaleza, que actuaban sin ton ni son guiados por impulsos irracionales en ocasiones (suelta indiscriminada de especies sin considerar procesos o hábitats, rociado con esprais de abrigos de visón) y sin atender en exceso a otras motivaciones (otros sectores de la sociedad, opiniones enfrentadas). Y por otro lado, los percibía como un obstáculo o hándicap para ejercer mi profesión, dado que su entramado operacional funcionaba tan envidiablemente bien por la labor desisnteresada de los voluntarios y activistas, al tiempo que yo pretendía granjearme un futuro ejecutando en la práctica (remunerada) los conocimientos adquiridos en las aulas en la rama de la ecología.

Y sin embargo, con el transcurrir del tiempo, me he ido familiarizando con sus pensamientos, identificando con sus actuaciones y simpatizando con sus postulados hasta converger en una cosmovisión compartida de la actual crisis, ecológica principalmente. ¿Por qué? Los motivos son varios:

- Por un lado, entiendo que alguien debe responder y manifestarse por los que no tienen voz (los recursos naturales, el suelo, al aire, el agua, los seres vivos e inertes, los ecosistemas), por los que no la tendrán si no hacemos algo pronto (extinción masiva de especies, futuras generaciones de humanos, los desheredados) y por quienes se les niega el uso de la palabra en la actualidad (la diversidad de las minorías sociales y étnicas).

- Porque, al establecerse como un lobby de presión, se logra una aceptación como interlocutor válido "accediendo" a un púlpito al que no se podría optar como ciudadano de a pie, amparado en una trayectoria como asociación y en un prestigio ante quienes nos gobiernan.

- Porque si ningún organismo u asociación se opone abiertamente a las atrocidades que nuestra especie está cometiendo, estas se verán reforzadas y enaltecidas, engranando un sistema (capitalista, termoindustrial, contaminante social y ambientalmente, esquilmador de posibilidades, despilfarrador de recursos, promotor de la acaparación y el egoísmo) de consecuencias catastróficas e inesperadas.

- Porque cabe replantearse nuestro estilo de vida, reevaluarlo y comenzar a reestablecer lazos y conexiones con el medio y sus procesos productivos para que nuestras acciones y decisiones no discurran por cauces paralelos e incluso antagónicos e improcedentes para con este.

Así pues, los ecologistas, como otras entidades y movimientos sociales, desempeñan/mos un rol no sólo fundamental, sino necesario, acorde y responsable con los actuales derroteros de la humanidad y prescindir de ellos/nosotros serían incurrir en un error gravísimo.

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